La duda, el estrés, los nervios, la pasión, las ideas, el vientre, la mente y el corazón, esta vez, se unieron con fuerza.

jueves, 14 de octubre de 2010

Nada igual.

¿Y porque nada vuelve a ser como antes? Es como si hubiera cambiado. Es como si hubiera dolor. Es como si hubiera una vaya en medio. Esa vaya que si la intentas saltar, te da un calambrazo y al final te arrepientes. Miras al cielo y lo ves todo gris. Miras sus ojos y no tienen ese brillo. Ves tu rostro reflejado en los charcos y sientes una culpabilidad, y no puedes evitar pisar con fuerza ese charco y ver como tu cara desaparece. Y cuando las ondas desaparecen, una lagrima vuelve a hacerlas aparecer. Y corres. Sin saber lo que te espera, ni lo que dejas atras. Corres, sin ninguna meta. Perdida. Asi me encuentro cuando todo mi alrededor esta negro. Me siento, y miro al suelo...
Aun puedo ver el brillo de mis ojos reflejado en el mar que mis lágrimas han creado.

Triste día de lluvia.

Salgo de mi casa. Me pongo los cascos y me siento en el muro de piedra. Escucho una canción mientras el aire acaricia mis mejillas y por un momento, esas caricias, parecen arañazos. Frío. Demasiado. Una punzada en el estómago. Una lagrima seguida de otras muchas. No hay nadie por la calle. Nadie que pueda ayudarme. Nadie a quien poder decirle que necesito que me abrace. Estoy perdida. Todo empieza a perder su color. Nada tiene sentido. Ya no se escucha ningun tipo de sonido. Ya no puedo sentir esa sonrisa en mi cara. Soy incapaz de sentir felicidad. Todo es triste, o almenos asi lo veo a traves de mis lágrimas.
Despierto.
Una pesadilla. Pero el frío lo sigo sintiendo queriendo meterse en mi piel. Clavandose en mi cuerpo. Me levanto y me voy al baño. Unas ojeras tremendas. Me hecho agua en la cara y me vuelvo a mirar al espejo. Ahi estoy yo. Con un sentimiento muerto dentro de mi. Con la sensación de estar apunto de perder algo. Pero sonrio. No se porque, pero lo hago. Pero el engañarme a mi misma no acabara con mis lagrimas.
Voy al salón. El fuego de la chimenea parece disfrutar al quemar cada tronco. Me encantaría perderme entre esas llamas. Sentir como el fuego se rie mientras se enrojece mi piel, hasta quedarme en cenizas. Pero ese dolor no sería mayor del que siento ahora por dentro.
Me concentro en el papel que hay encima de la mesa. Un papel en blanco. Un papel que dice tanto de lo que siento yo ahora. Lo cojo y puedo llegar a oir sus gritos. Gritos por lo vacío que se siente. Gritos de amor. Gritos de odio. Gritos de miedo.
Lo rompo y lo hecho al fuego. Observo como se quema y como el fuego aumenta. Lloro. Y estoy segura que no es por el escozor de mis ojos debido al humo. Es por algo que esta dolido en mi interior. Salgo a la terraza y observo cada gota de agua, apunto de caer al suelo dejando su humedad en el, y desapareciendo para siempre. Veo a los pajaros volar en el cielo. Veo las ramas bailar. Veo el cielo reflejado en cada uno de los charcos. Veo sonrisas dibujadas en cada cristal. Veo a un niño jugando con las humedas hojas en el jardín de su casa. Feliz. Sin problemas. Saltando en los charcos, produciendo ondas que parecen no acabar. Dibujando sonrisas en el aire. Sonrío. Me gustaría tener otra vez aquella edad. Me doy la vuelta y me veo reflejada en el espejo de la ventana. Es imposible volver a esa edad. Ya no soy esa niña que creia ser una princesa. No.
Me visto, y salgo a la calle. Hace frío. Doy vueltas a mi urbanización sin levantar la vista del suelo. Solo veo mis pies pisar el suelo, escuchando el crujido de las ojas cuando las piso. Viendo mi cara en cada charco, y viendola desaparecer cuando lo piso.
Por primera vez en media hora, levanto la cabeza. El sol esta escondido entre las grises nubes. Unos rayos se escapan y hacen daño a mis ojos. Por un momento me vienen a la cabeza miles de recuerdos. Sonrisas, lágrimas...y sobretodo, un sentimiento de arrepentimiento. Miro de nuevo al cielo. Ahora ningun rayo de sol es capaz de escapar. Rodeado de nubes, que pronto empezarán a llorar, acompañandome en mi tristeza.
Es muy duro saber que solo me quedarán los recuerdos.

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El error se acostará entre nosotros.
Miradas, sonrisas, el intento de acariciar nuestras caras. Pero algo nos lo prohibe. Porque ya no se siente lo mismo. Una cálida lagrima resbala por su mejilla hasta caer en las sábanas. Esas sábanas que aún huelen a él. Y me miró. Sus ojos producían un leve destello. Un destello que decía tanto, pero a la vez era tan vacío. Sonrie. Pero es una sonrisa forzada. Se distinguir cuando su sonrisa lo es, y cuando no. Pero sigue siendo preciosa. Yalgo en mi interior me dice, que da igual lo que se interponga, que da igual lo que haya por medio, se fuerte y superalo. Te mire, extendí el brazo, y un escalofró me recorrio la columna al rozar tu suave piel. Mi mano bajaba por tu brazo hasta acabar en tu mano. La aprieto. Muy fuerte. Si, al fin. Otra vez puedo sentir el carlor de tu cuerpo. Otra vez puedo respirar tu aire. Otra vez.. Tu, ahora, con una sonrisa sincera. Y yo, sin poder conterner las lágrimas de emoción, me acerco y te beso. Suavemente, como si intentara no hacerte daño. Como si fueras muy frágil.
Y de ahí, de nuevo ese sentimiento.

domingo, 3 de octubre de 2010

Miedo.

Ella. Camina por la calle. Piensa en que él no la hace caso. Piensa en todo eso que la dijo de que la cojió cariño. De que la quería. Pero luego parece que todas esas palabras se quedaron en el aire. De que lo decía por decir. Pero luego recuerda esos momentos en los que él la miraba. Y ahí se paraba el mundo. Era otro. Un chico dulce, con una sonrisa capaz de hacer llorar a cualquiera al ser recordada. Parece como si la quisiera. Como si solo existieras ella. Y derrepente bajaba la miraba hacia sus labios. De ahi ese deseo que hacia que la respiración fuera cada vez más entrecortada. Y esos labios se acercaban hasta rozarse. Y ahi estalla algo en su interior. Pero ella cree que el no siente nada, y quiere llorar, y justo cuando ya le ve alejarse, no puede aguantar que una lágrima arañe su mejilla, dejando el dolor clavado en su corazón.